Nació en una pequeña ciudad de Michigan, pero actualmente vive en Los Ángeles, donde escribe ficción contemporánea y comedias románticas para jóvenes. También emplea su tiempo en divulgar y ayudar a visibilizar al colectivo LGTBIQ+, lo que por supuesto se refleja en sus novelas, donde aboga por la representación a través de sus personajes. Como él mismo dice, utiliza sus propias experiencias como persona gay para poner el foco en los problemas a los que se enfrenta la comunidad queer.
En su tiempo libre, le encanta estar rodeado de naturaleza, aunque tiene verdadero terror a las aves.
Escribí e ilustré un libro ilustrado muy corto para un trabajo de clase en cuarto curso titulado Cuando las algas sonreían. Trataba de cómo las algas del lago de mi tía en Michigan me arrastraron bajo el agua y me ahogué. (No os preocupéis: al final del libro, el lector se entera de que todo fue un sueño, jaja). Todavía recuerdo lo mucho que disfruté del proceso creativo de idear y ejecutar una historia desde cero. Mi profesor elogió mi trabajo y fue la primera vez que me gustó hacer unos deberes en los que había destacado. Desde entonces escribo ficción.
Me inspiran las personas -especialmente los jóvenes LGBTIQ+- que tienen el valor suficiente para ser auténticos en un mundo que les dice constantemente que se conformen, que mantengan el «status quo» y que no hagan olas. Los que rompen las reglas y los que cambian las cosas me inspiran para escribir las historias que quiero escribir.
Vaya, qué pregunta más difícil. Hay muchas ciudades y países en mi lista de deseos: Tokio, Sudáfrica, Islandia, Buenos Aires. Pero si tuviera que elegir uno, sería Nueva Zelanda. Tiene un aspecto absolutamente impresionante y me encanta lo alejada que está de la mayor parte del mundo, sobre todo desde donde yo vivo, en California.
Mi forma favorita de pasar un sábado o un domingo es dormir hasta tarde, disfrutar de una gran taza de café cremoso de una cafetería cercana que me encanta, salir a caminar en solitario bajo el sol, donde puedo dejar volar mi imaginación o escuchar música -hay muchos senderos excelentes por Los Ángeles- y luego quedar con algunos amigos para tomar un delicioso brunch.
Clark ha vivido el mismo día 309 veces. Sin parar. Está atrapado en un bucle temporal y, al parecer, no hay nada que pueda hacer para detenerlo. Hasta que el día 310 resulta ser... diferente: su clase de trigonometría se ve interrumpida por un chico al que nunca había visto.
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